lunes, 2 de enero de 2012

Pereza

Ahora mismo estoy teniendo mis primeros "minutos sueltos" desde que decidí comenzar el blog pero resulta que a la sobrevalorada inspiración no le apetece echarme un cable en estos momentos. Es cierto que ya había pensado algunos temas sobre los que me gustaría escribir pero, vete tú a saber por qué, ahora mismo me puedo morir de pereza si tengo que desarrollar alguno de ellos. Ya está, la inspiración ha hecho su aparición (si, es un juego de palabras muy fácil). En las siguientes líneas voy a tratar de definir lo que para mi es la pereza así como algunas de las formas en que puede manifestarse.
¿Qué es la pereza?: ¿una sensación?, ¿un sentimiento?, ¿un estado?. Ni idea. A pesar de estar entrecerrando los ojos tanto que casi parezco dormida y de haber adoptado mi cara un gesto que bien podría parecerse al de una persona con un dolor inaguantable, no se me ocurre una definición. Cuando me ocurre esto en un examen uso lo que suelo llamar mi "capacidad de inventar" que, utilizando un vocabulario más pedagógico no es más que buscar en mi memoria a largo plazo aquellos conocimientos que pueden tener alguna relación con la pereza, buscar lo que todos ellos tienen de común, sintetizarlo y elaborar así un nuevo conocimiento acerca de la pereza. Vamos, en castellano, inventarse la respuesta. Pues bien, a lo largo de estos años de carrera he visto como esa capacidad para inventar se va haciendo cada vez más creativa y acertada a medida que las diferentes asignaturas van dejando poso en el estudiante. Está claro que, como diría mi padre, me estoy yendo por los cerros de Úbeda pero lo importante es dejar claro que, a pesar de no ser capaz de ofrecer una definición técnica de lo que es la pereza, si que me atrevo a hacer un intento.
Pues bien, empecemos buscando palabras que se activan ante la palabra "pereza". Algunas de ellas son: dormir, aburrimiento, pasividad, inactividad, cansancio, etc. Al preguntarle a mi hermana qué es para ella la pereza me ha contestado literalmente: "ganas de no hacer nada". Aunque creo que esta definición no es del todo exacta, si que me ha servido para empezar mi reflexión. Pereza es ganas de no hacer algo. Sé que solo cambia una palabra pero esa palabra es la clave. No es lo mismo querer no hacer nada (ese es el vago, el que siempre encuentra la forma de "escaquearse" para regodearse en su inactividad) que no querer hacer algo. Eso es la pereza, la falta de voluntad ante una tarea que se considera que se debería realizar.
Tal y como casi todos hemos estudiado en la temible filosofía del bachillerato o en alguna asignatura de la carrera, el hombre actúa cuando conoce un bien y, ya que lo bueno es lo que perfecciona al hombre, lo quiere. Es decir, la actuación humana viene marcada fundamentalmente por dos facultades: inteligencia y voluntad. Hay una tercera interventora en el proceso de actuación. Es la afectividad que, cuando el hombre tiene orden en sus impulsos, sentimientos y emociones, es decir, cuando es templado, nunca determina la actuación, solo la condiciona. Sin embargo, inteligencia y voluntad son requisitos indispensables para la actuación. Cuando falta voluntad, cuando el hombre conoce lo bueno pero no reúne las fuerzas suficientes para acometerlo, decimos que la persona se deja vencer por la pereza. Quiero resaltar que la inteligencia y la voluntad no conocen y quieren respectivamente, a lo abstracto sino que se refieren siempre a bienes concretos. Con mi inteligencia conozco que levantarme a las 8 en punto es un bien para mí pues me permite llegar a clase puntual. La voluntad me permite llevar este conocimiento a la acción, transformar lo potencial en actualidad, es decir, levantarme a las 8. Puede ser que, aún teniendo ese conocimiento, me falte la fuerza para actualizarlo. Entonces me habrá vencido la pereza no porque yo haya tenido ganas de no hacer nada sino porque no he tenido ganas de no hacer algo, en nuestro caso, no he tenido ganas de levantarme a las 8.
Por si mismo el conocimiento es potencialmente capaz de perfeccionar al hombre pero es solo la actuación realizada por el impulso de la voluntad la que actualiza esa perfección potencial, la que otorga al hombre la posibilidad de la perfectibilidad.
Puede que haya dado demasiadas vueltas a algo que es muy simple pues todo lo anterior se resume en que la pereza es la falta de voluntad para acometer el bien conocido con la inteligencia pero, esta es mi manera de escribir. Suelo enrevesar multitud de pensamientos complejos y, muchas veces, inconexos para acabar resumiendo toda esa maraña en apenas unas pocas palabras.

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