domingo, 9 de octubre de 2011

LA GENTE JOVEN:

Empiezo a escribir este ensayo y estoy en blanco. Resulta paradójico  pues el título de lo que escribo es “La gente joven” y mis 19 primaveras me sitúan dentro de este grupo. Sin embargo, tras seis horas de clase y un calor insoportable mi cerebro está en stand by. ¿Solución?: la de siempre. Buscar en Internet. Introduzco en el erudito google “los jóvenes”. Así, sin más, a ver que me cuentan:
-“Alcohol y jóvenes”
-“Fumar y los jóvenes”
- “La autopsia apunta a que los jóvenes del estramonio murieron por…”
-“Por primera vez los jóvenes creen que su vida será peor que la de…”
Vale.  El panorama es desolador pero google me ha inspirado: Los jóvenes de hoy en día son un auténtico desastre. Su cultura es como el título de uno de los discos de Melendi: “Mientras no cueste trabajo”. Esta cultura tiene como objetivo principal la diversión y se fundamenta en el “todo vale” y en el “joé, ¡qué pe-re-za!”.
Pues bien, en apenas tres líneas he sintetizado lo que suele decirse actualmente de los jóvenes. Sin embargo, no son estas palabras novedosas. Desde que el mundo es mundo, los jóvenes son el problema de la sociedad.
Llegados a este punto, me atacan multitud de dudas: ¿Qué significa ser joven?, ¿Quiénes son jóvenes?, ¿Se trata de una edad, un estilo de vida, una época o un modo de pensar?, ¿Puede ocurrir que un hombre de 70 años sea joven?, ¿Puede haber discrepancia entre la juventud del cuerpo y la del espíritu? Probablemente este bombardeo de preguntas resulte del todo absurdo para mucha gente. Pero, pensadlo: si la juventud es solo una edad, es decir, sí es joven solo quien tiene entre 18 y 25 años, ¿la tarta de los 26 va sistemáticamente acompañada del carnet de adulto? Está claro que no.
Para mí, la juventud es la época de la vida (independientemente de la edad a la que se dé) en la que pasamos de un pensamiento “egocéntrico” a un mirar fuera. La juventud es una actitud de búsqueda continua. Al joven lo distinguimos porque de su cabeza sobresalen dos antenas que tratan de buscar la máxima información exterior posible para posteriormente filtrarla y decidir hasta qué punto hacerla propia. Según esta nueva “Anateoría”, se puede ser joven con 40, 50, e incluso 60. Las arrugas de la cara no restan juventud. La juventud consiste en no apalancarse, no conformarse; consiste en seguir indagando, en buscar respuestas fuera de nosotros mismos, en ponerse las gafas de cerca para mirar alrededor al mismo tiempo que se usan los prismáticos para ver lo de más lejos.
Puede ocurrir, y de hecho ocurre, que en esa búsqueda la persona se equivoque. Se trata de un error provocado por la combinación de varios factores desencadenantes: un ambiente poco estimulante, una educación deficiente, una falta de cohesión familiar, etc. Me explicaré mejor. En muchas ocasiones el buscador -el joven- yerra y su búsqueda no llega a buen puerto. Es entonces cuando nos encontramos con buscadores perdidos en la droga, el alcohol, la pereza, la irresponsabilidad, etc. Los botellones no son más que eso: una reunión de buscadores perdidos que creen encontrar en la borrachera sabadeña aquello  que están buscando.
Para concluir, quiero dar las gracias a google por su valiosa inspiración y poner de relieve que hablar de “los problemas de la juventud” es del todo inoportuno. No somos un colectivo de borrachos perezosos sino un grupo de buscadores a los que los adultos no han dado herramientas suficientes para buscar y encontrar.

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